Descripción:
El cuerpo, que
carece de cola, es de forma maciza y redonda, con el tronco grueso y
cuatro patas cortas. Las patas anteriores, tienen cuatro dedos y las
posteriores, tienen tres, expuestos en manera radial. Los dedos gruesos y
parecidos a pezuñas presentan unas pequeñas membranas que los unen
interdigitalmente. Los capibaras consiguen una longitud de 100 a 130
centímetros y una altura a la espalda de 50 a 60 centímetros y las hembras
suelen ser un poco más grandes que los machos. El peso medio es de 50
kilogramos en los machos y 61 en las hembras; sin embargo, el peso real puede
variar entre 27 y 65 kilogramos.
El pelaje es
largo y áspero, pero en algunas partes es tan fino que se puede apreciar la piel
a través de él. Esto hace que sean unos animales propensos a las insolaciones,
y para evitarlo, se revuelcan en el barro para protegerse la piel del
sol. La coloración va de un pardo rojizo al gris en la parte superior,
mientras que la parte inferior tiene un color pardo amarillo. Algunos
ejemplares tienen manchas negras en la cara, en el lado exterior de las patas y
en la parte trasera, la longitud del pelo va de 30 a 120 milímetros.
Hábitat:
Los carpinchos tienen un ámbito de distribución dividido en dos partes. La
parte más pequeña se extiende por el este del Panamá, el norte de Colombia y el noroeste
de Venezuela. La parte más grande comprende casi toda Sudamérica al este de los Andes, y va desde el este
de Venezuela y la Guyana hasta el Uruguay y el noreste
de Argentina. Cada una de las dos regiones tiene su subespecie correspondiente: Hydrochoerus
hydrochaeris isthmius que es la que vive en la parte nord-occidental.
Tiene un tamaño menor que el Hydrochoerus hydrochaeris hydrochaeris,
que vive en la región más grande, al este de los Andes.
La dieta se compone principalmente de hierba terrestre y la complementa de
vez en cuando con plantas acuáticas. A veces entran en plantaciones y se
alimentan, por ejemplo, de cañas de azúcar, sandías o maíz
Comportamientos:
Viven en grupos, que pueden estar constituidos por una pareja y sus crías, o
por un grupo más grande de ejemplares adultos. La medida de los grupos varía
entre seis y veinte animales. En algunos casos raros también se puede observar
ejemplares solitarios, casi siempre machos adultos.
La medida de los grupos y su estilo de vida depende de la estación del año
y del hábitat. Durante la estación lluviosa, los capibaras se extienden por una
gran región, de manera que disminuye la medida del grupo. Durante esta
estación, comen mucho y acumulan una reserva de grasa. La cría de los recién
nacidos también se produce principalmente durante la estación lluviosa, Durante
la estación seca, muchos ejemplares se reúnen alrededor de los ríos y lagos más
grandes, formando grupos más numerosos. Durante esta estación, la mortalidad es
notablemente más alta, ya que aumenta el hambre y las enfermedades y con la
desaparición de las plantas que les sirven de protección, los capibaras son más
vulnerables a los ataques de los predadores.
Cada grupo tanto familiar como mixto está liderado por un macho dominante,
que normalmente ocupa esta posición durante muchos años. Después
vienen una o diversas hembras con sus crías y a veces los machos subordinados
también forman parte del grupo. La jerarquía suele ser estable y estar bien
marcada tanto entre los machos como entre las hembras, y se establece por medio
de combates parcialmente agresivos.
Marcan el territorio por medio de
glándulas odoríferas; en los machos se encuentran situadas sobre la nariz,
y los dos sexos tienen en la región del ano (glándulas anales).
Se comunican entre ellos por medio de una variedad de vocalizaciones. Entre
ellos hay un sonido parecido al ronroneo de los gatos, que indica sumisión, un
grito de alarma parecido a un ladrido de perro, una manera de clic que expresa
felicidad, silbidos estridentes y gruñidos
Reproducción:
El macho es quien toma la iniciativa en la copulación, ya que es él, el
que persigue la hembra, primero por tierra y después dentro del agua. El
aparejamiento tiene lugar en aguas poco profundas, después de entre seis y ocho
rápidos empujes, el acto sexual llega a su fin. El coito se puede repetir
después de un rato, hasta veinte veces o bien con la misma pareja o con parejas
diferentes.
El aparejamiento puede tener lugar en cualquier época del año, pero la
mayoría de nacimientos suelen ser en la estación lluviosa (de abril a mayo en
el norte de Sudamérica y en octubre al sur del continente). Generalmente, cada
hembra pare una vez por año, pero si las condiciones climáticas son favorables
pueden hacerlo dos veces. El periodo de gestación dura unos 110
días en la subespecie septentrional y unos 150 en la meridional. Los capibaras
son multíparas, y cada parto se compone de una media de cuatro crías, pero
puede variar entres dos y ocho. Las hembras tienen diez mugrones que están
colocados por parejas en el vientre.
No construyen nidos, y pueden dar a luz en cualquier sitio de su
territorio. Las crías son marcadamente precoces, pesan aproximadamente
1500 g al nacer,
presentan un pelaje completo y con los dientes permanentes. Poco después del
nacimiento, las crías son capaces de comer hierba y pasan a ser independientes
después de tres o cuatro meses. Las crías forman un grupo propio dentro del
grupo principal. Ambos sexos asumen la madurez sexual aproximadamente a
los veintidós meses de edad.
La longevidad de los capibaras en estado natural varía entre ocho y diez
años, mientras que los ejemplares en cautividad pueden llegar a los doce años.
Conservación:
Muchos de sus hábitat
son adecuados para
los capibaras se encuentran en regiones muy utilizadas para el pastoreo. Como
los humanos preparan fuentes de agua para sus animales, minimizan la cantidad
de carnívoros por medio de la
caza y como los bovinos mantienen la
hierba corta, en muchas zonas se ha producido un aumento de la población de
capibaras. Censos de los latifundios bovinos de la región de los Llanos revelaron una
densidad de entre cincuenta y trescientos capibaras por kilómetro cuadrado.
En las regiones en que son cazados en cantidades comerciales, como por
ejemplo en muchas regiones de Venezuela, ya se consideran raros. En otras
regiones, como en Perú, han desaparecido o
su número se ha reducido drásticamente. Aunque, en general son abundantes y
tienen en una amplia distribución, de manera que no se les considera una
especia amenazada. Sin embargo muchas personas consideran que es cruel la
matanza de dicho animal, ya que se hace a garrotazos, disparos o con perros de
caza.
Anexo:
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